Cuantas veces hemos dicho “Nooooooooooooo, yo esto no lo haría noooooo ” y hemos escuchado en contestación “nunca digas que de este agua no beberé, porque al final acabarás bebiendo dos cazos” o “Arrieros somos, y en el camino nos encontramos”. Cuando pasan los años, muchas de las cosas quedan selladas en nuestra mente como si fuera un programa informático, y que el tiempo pasa raudo y veloz.
Mi historia al igual que las de muchos, es que cuando era pequeña no entendía el porque mis padres podían padecer tanto cuando nos ibamos fuera de excursión y sobretodo de colonias. Recuerdo que la primera vez que fuí tres dias fuera de casa, mi madre días previos estaba muy seria y preocupada preparando todo y por lo que podía sucederme. Un día cabreada le dije “Siempre estas con tus dichosos miedos y por lo que me pueda pasar”, y su contestación fué “Tu eres muy lanzada y no eres consciente que aun eres muy pequeña y si te perdieses no podrías valerte por ti misma, o almenos ese es mi miedo, que no seas capaz de hacerlo. Un día cuando seas madre lo entenderás”, y mi contestación “Yo cuando sea madre no lo haré”. Respuesta de mi madre “Eso mismo le dije yo a la mía y aquí me ves”.
Pues no soy madre, pero ahora mismo me estoy acordando de esas palabras y me estoy mordiendo la lengua.
Tras varios achaques de salud que han tenido los míos- Verlos tan débiles cuando ellos han sido mi ejemplo para tener fortaleza ha echo que se despierte un instinto protector parecido al que tenia mi madre en líneas anteriores. Algo tan común como llamar por teléfono y que no atiendan la llamada, o que ellos hagan un trayecto en coche de una hora, distancia que hay entre mi casa y la suya, hace que tenga el corazón en un puño hasta que recibo la bendita llamada que han llegado sano y salvo.
Este echo me ha echo reflexionar como irremediablemente con la edad nos volvemos tan indefensos como un niño. Como las mismas preocupaciones que podemos tener cuando somos pequeños, como es el poder recordar cosas, poder andar, incluso el tener el carnet de conducir o incluso evitar hacernos las necesidades encima, es algo que se repiten cuando eres pequeño y cuando eres muy mayor, son como paralelismos.
Con la edad nuestras manias se acentuan y tan solo hace falta mirar a una pareja de viejitos que llevan toda una vida juntos, discutiendo por tonterias como si fueran chiquillos (algo muy divertido presenciarlo todo hay que decirlo, yo con estas cosas me lo paso pipa).
En definitiva, que todo lo que cuando somos pequeños nos da rabia de nuestros padres, despues nosotros con la edad lo repetimos, porque al fin y al cabo, somos consecuencia de lo que son ellos, de nuestro entorno, de la gente que ha pasado por nuestras vidas y de la educación que hemos tenido.
En definitiva, te das cuenta que la vida pasa en un suspiro, que nuestros padres han sido niños y los años han pasado velozmente y ahora esto mismo nos está pasando a nosotros.
Estamos tan preocupados por el pasado, que el presente pasa volando y cuando nos damos cuenta estamos en ese futuro que ya no podemos cambiar porque nos hemos pasado los años preocupándonos por vanalidades.
Queremos pasar por los caminos como una liebre en vez de ser una tortuga y disfrutar del camino que debemos hacer, porque al fin y al cabo, en la vida estamos de paso y no nos fijamos muchas veces nada mas que del punto de partida y en la meta, sin darnos cuenta de todas las maravillas que nos dejamos a nuestro paso.
Disfruta segundo a segundo de todas las cosas que la vida nos ofrece, deja atrás las vanalidades y lastres del pasado que no sirven nada mas que frenar tu camino. Si viene un contratiempo, aprende de él. De todo lo negativo siempre se saca algo positivo, y rodeate de cosas y gente que realmente te aporten cosas que valgan la pena mantener.
No esperes a carecer de la vida para apreciarla, el alma es lo que marca si eres o no joven. no la edad.
Comparto una de mis canciones favoritas, creo que poco mas hay que decir al escucharla.
(forever young- Alphaville)